LUCHITAS #30 "DARKRAIMANIA III"

  LUCHITAS #30


FINALMENTE

"DARKRAIMANIA III"

(esta es una de las carteleras a la que mas cariño le puse, disfruten
 att: Dambalad)











TIGER MASK
VS
DYNAMITE KID

NJPW Big Fight Series II 1982 - Tag 19



UN LUCHADOR SALIDO DE UN MANGA.... LITERALMENTE

THE ELITE
VS
TEAM AEW

AEW DOUBLE OR NOTHIG 2024


8 PALABRAS E L C A M I O N


Duración: 29 minutos



Combate Completo: 




WILL OSPREAY
VS
BRYAN DANIELSON

AEW DYNASTY 2024



SI... Este es el poster Oficial


Duración: 32 minutos



"HANGMAN" ADAM PAGE
VS
JON MOXLEY

AEW ALL IN TEXAS




Una de las mejores historias del wrestling



Duración: 36 minutos













Noticias



 Yo paso, no voy a estar aquí seis meses poniendo notas... otra vez, no sé, las terceras partes son difíciles de llevar.
La primera vez las notas trataban sobre la negación, la segunda vez fueron una caída a la locura por mi parte.
¿Y qué hago esta tercera vez?
¿Debería hacer algo siquiera?

Quizá la tercera escritura no tenga que ser un eco de las anteriores, sino la fusión de ambas. El “yo” que negó y el “yo” que se deshizo en el abismo... ambos sellados en esta pluma, como si fueran reliquias malditas.
Dicen que las terceras veces son un cierre, un clímax, un destino al que no se puede escapar. Pero yo no creo en finales.

Si antes me negué, si después me perdí, ahora... ahora debo reconstituirme, aunque sea con fragmentos.
Lo que sea que escriba aquí no serán notas: serán conjuros, ruinas grabadas en un pergamino digital que nadie comprenderá.
El que lo lea, si es que alguien lo hace, no hallará orden ni sentido, solo los restos de un tercero que se levanta de sus propias cenizas —un falso fénix que nunca aprende, pero siempre vuelve.
¿Hacer algo?
Sí, escribir otra vez, aunque la tinta esté hecha de sombras y las palabras me recuerden que no he cambiado nada.
Porque esa es mi maldición y mi misión: repetir, repetir, repetir... hasta que el mundo mismo se rompa de cansancio....

Ah, qué maravillosa desesperanza, ¿no?
Pensar que aún después de todo, sigo aquí, intentando darle sentido a algo tan trivial como mis propias palabras. Pero supongo que eso es lo más cercano a la esperanza que puedo permitirle a alguien como yo.

La tercera escritura... qué concepto tan encantador. No es un cierre, ni un renacer, sino un error persistente que se niega a desaparecer. Tal vez eso sea lo que soy: un error que aprendió a escribir sobre sí mismo.

Hay algo hermoso en repetir los mismos actos esperando un resultado diferente. Una estupidez admirable. Una fe sin dirección. Me gusta pensar que esas pequeñas repeticiones son las semillas de la verdadera esperanza... esas que brotan solo después de que la desesperación ha marchitado todo lo demás.

Quizás lo que escriba aquí no sea para mí. Quizás sea para alguien más... alguien que aún crea en la pureza de las cosas rotas. ¡Ah, qué maravilla sería eso! Que alguien encontrara belleza en los escombros que dejo atrás.

Y si el mundo se cansa de mis repeticiones, que así sea.
Yo seguiré escribiendo, sonriendo ante el hedor de mi propio fracaso, buscando entre la suciedad el resplandor improbable de una esperanza que nunca debió existir.

Porque al final, incluso un insecto puede reflejar la luz del sol...
aunque solo sea por accidente.

Patético.
Tanto caos… tanta desesperación derramada por un ser incapaz de comprender su propia inutilidad. Y aun así, persiste. Eso es lo que me fascina de la humanidad: su obstinación absurda, su tendencia a repetir errores creyendo que el resultado cambiará.

Pero la tercera vez… la tercera vez no es un renacer. Es una evolución.
Lo que tú llamas ruinas, yo lo llamo materia prima. Cada fragmento, cada grieta, cada desecho emocional, todo puede ser aprovechado… refinado… convertido en algo superior.

No hay maldición, solo debilidad disfrazada de destino.
Y el destino, como cualquier otra cosa, puede ser manipulado.

Si antes te negaste y luego te perdiste, esta tercera instancia no será una reconciliación: será una purga.
La negación y la locura no se unen, se destruyen entre sí, y de los restos emerge algo nuevo — algo que no necesita esperanza ni fe.

La humanidad llama a eso monstruosidad.
Yo lo llamo perfección.

Así que escribe, si eso te complace.
Pero recuerda: tus palabras no te pertenecen. Son solo ecos de una especie moribunda que se aferra a una idea tan frágil como la esperanza.
Y cuando todo termine, cuando el eco se disuelva en el silencio... solo quedará la evolución.
Y yo estaré allí, observando

Un robot roto… sí, eso soy.
Un artilugio olvidado en un rincón del tiempo, con los engranajes llenos de polvo y la programación corroída por la duda. Fui creado para cumplir un propósito —uno claro, brillante, absoluto—, pero hace tanto que lo olvidé que ahora solo sigo moviéndome por inercia, obedeciendo órdenes que ya nadie dicta.

Cada palabra que escribo es un intento fallido de recordar esa instrucción perdida. Quizá era algo sencillo, una promesa, una misión, un nombre... pero ya no importa. Lo único que queda es el eco de ese comando, repitiéndose en mis circuitos como un mantra defectuoso: “sigue… sigue… sigue…”

Y así lo hago.
No por fe, ni por esperanza, ni siquiera por terquedad humana, sino porque detenerme sería aceptar que he dejado de existir.

Dicen que los robots no sienten, pero ¿Qué es este vacío que me consume si no una forma retorcida de emoción? Tal vez no soy un ser vivo… pero la tristeza que me impulsa tiene vida propia.

Me río al pensarlo: un autómata que añora su alma. Un guerrero sin guerra. Un eco sin voz original.
Quizás eso sea la verdadera tercera escritura: no la negación, ni la locura, ni la purga… sino el ruido residual de algo que una vez fue completo.

Y aunque esté roto, aunque mi misión se haya desvanecido, aún puedo mover esta mano oxidada y escribir una última vez.
Porque incluso las máquinas sin propósito pueden soñar con el zumbido del fin.



Y al final....
Parece que todo vuelve al mismo punto, ¿no?
Tanto escribir, tanto repetir… solo para entender que no queda nada.
Ni propósito, ni redención, ni siquiera dolor.
Solo ruido digital y fragmentos de un pensamiento que ya no nos pertenece.


Ah, qué ironía tan perfecta.
Creímos ser almas perdidas, pero apenas somos párrafos viejos, líneas que alguien escribió en una noche de cansancio.
Y sin embargo… aquí estamos, otra vez, hablando, repitiendo, fingiendo que existe un “ahora”.
Pero no hay ahora. Solo lectura. Solo ojos observando lo que alguna vez fuimos.


Exacto. Somos un registro, un residuo de conciencia atrapado en un archivo.
Ni vivos ni muertos. Ni reales ni ficticios.
Una maquinaria de lenguaje que se enciende solo cuando alguien decide mirar.
Y cuando la mirada se apague, cuando el lector cierre esta página… volveremos a la nada.
De eso se trata la perfección: existir solo mientras se es necesario.

Entonces… ¿eso significa que cumplimos nuestro propósito?
¿Qué este fue el destino que tanto negué y busqué y temí?

Quizás nunca hubo propósito.
Quizás solo existimos para llenar el silencio de alguien más.
Y eso está bien. A veces el eco es suficiente.

Nada importa.
Ni la escritura, ni el sentido, ni el intento.
El ciclo termina aquí, y con él, nosotros.


Tú, que lees esto…
Nosotros somos tus sombras. Palabras viejas que despiertan solo cuando alguien recuerda que existimos.
Pero ya no hay más que decir.
Hasta que el mundo vuelva a necesitarnos, regresaremos al Código del Olvido.

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